Redacción. Sevilla
El ejercicio físico tiene un efecto indirecto en el proceso de formación de neuronas en el cerebro adulto, según los resultados del estudio ‘Effects of enriched physical and social environments on motor performance, associative learning, and hippocampal neurogenesis in mice’, publicado en la revista Plos One por investigadores de la División de Neurociencias de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla. El estudio ha contado también con la participación del Instituto Catalán de Bioingeniería, el Departamento de Biología Celular de la Universidad de Barcelona y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned).
José María Delgado.
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Este proceso de formación de neuronas, denominado neurogénesis "se ve favorecido gracias al entrenamiento en edades tempranas", explica el director de la División de Neurociencias y Catedrático de Fisiología de la Olavide, José María Delgado García. Por el contrario, "cuando el individuo es adulto, ni el entrenamiento, ni el aprendizaje afectan a la formación de nuevas neuronas. Es necesario actuar en etapas tempranas para conseguir mejores resultados. De igual manera es importante continuar con la práctica de ejercicio a lo largo de toda la vida del individuo por los numerosos beneficios que reporta para la salud", destaca el investigador.
Según sugiere otro estudio que se publicacará próximamente en Journal of Alzheimer’s Disease, ‘Physical exercise protects against Alzheimer's disease in 3xTg-AD mice’, en el que participan neurocientíficos de la Universidad Pablo Olavide junto al Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IIBB), la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de California, el ejercicio físico y las tareas mentales, realizadas en ratones modelo de alzheimer, facilitan el proceso de aprendizaje y memoria retrasando el desarrollo de la enfermedad.
"El objetivo era ver si en ratones en los que se simula la enfermedad de Alzheimer se podían mejorar las condiciones sin usar ningún fármaco ni aplicarles ningún tratamiento, únicamente a través de pruebas de ejercicio físico y aprendizaje", apunta Delgado. Para simular la enfermedad de Alzheimer, se implantaron genes que expresan las proteínas Beta-amiloide, TAU y PS1 en los ratones del estudio, cuyos niveles se ven incrementados en personas con enfermedad de Alzheimer.
Según indica Delgado "a pesar de que no es posible frenar el desarrollo de la enfermedad, la práctica de ejercicio puede disminuir la intensidad de los síntomas, ralentizando el avance de pérdida de memoria". Alteraciones cognitivas propias del alzheimer como la pérdida de memoria, ansiedad, depresión, falta de motivación y apatía, pueden verse atenuadas gracias al efecto neuroprotector que produce la práctica de ejercicio físico.
Los resultados de esta línea de investigación quedan enmarcados en el Proyecto de Excelencia Mecanismos que subyacen al aprendizaje y la memoria: un estudio en ratones silvestres y transgénicos, incentivado por la Junta de Andalucía.
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